¿Cómo vencer los tópicos más frecuentes en relación con el anciano?

Empatía.
Sólo en el momento en que seamos capaces de acercarnos sin miedos ni prejuicios al ser humano anciano podremos conocerlo, sólo habiéndolo conocido podremos descubrir que, en verdad hay mucho de nosotros también en el otro del mismo modo que hay en nuestro interior un anciano escondido que con bastante probabilidad saldrá a la luz algún día. Empatizar con el anciano nos lleva a sentir con él, a sumergirnos en cuanto esta viviendo, a encontrarnos al buscarle. Empatizar con él significa acercarnos sin caretas y sin escudos, sin ideas preconcebidas que empobrecen la relación. Ponernos en su pellejo aunque ello pueda despertar nuestros propios temores.

Aceptación incondicional- consideración positiva.

Nos lleva a tomar al anciano tal cual es y respetarle, tratarle y cuidarle con sus cosas buenas y cosas malas, descubrirle como un ser capaz de ser, pensar, decidir, capaz de sentir, capaz de continuar trabajando, luchando, eligiendo, aprendiendo. La aceptación incondicional nos lleva a deponer todo juicio moral sobre la persona del anciano, sobre su deseo de hacer o no hacer, nos lleva a aceptar su decisión individual y responsablemente tomada. La aceptación incondicional nos lleva a regalar todo nuestro calor humano en virtud de ese ser humano anciano que se sitúa frente a nosotros como oportunidad siempre única. Aceptación incondicional significa en última instancia escapar de nuestra tendencia a generalizar al concebir al anciano lleno de prejuicios propios.

Autenticidad.
Exige el compromiso de ser sinceros y genuinos en la relación con el anciano. Esta actitud hace referencia también a nuestro lenguaje interior donde se dan lugar los sentimientos. Al colocarnos frente al anciano, al trabajar con él debemos prestar atención a los sentimientos que este trato nos genera para trabajarlos y adueñarnos de ellos de modo que no sean un impedimento en la relación. No en pocas ocasiones la vejez, el deterioro, la enfermedad ocasiona en nosotros sentimientos de impotencia, tristeza, indefensión que conviene canalizarlos.

Estas actitudes se concretan en habilidades como:
  • Escucha activa: de sus problemas, sus vivencias, escuchar sus recuerdos (reminiscencia). Una escucha que recoge no sólo lo que el anciano nos dice sino también y en ocasiones esto es más importante, escuchar lo que no nos dice pero nos transmite a través de la comunicación no verbal.
  • Promoción y estimulación de la autonomía del anciano en su autocuidados.
  • Educación e información acerca de los cambios típicos del envejecimiento en los distintos niveles: físico, psíquico, social, espiritual.... La información tiene que ir destinada tanto al anciano como a la familia
  • Acompañamiento durante el proces: la vejez es un proceso de continuas pérdidas personales y sociales. Nuestro lugar ha de ser de apoyo en estas situaciones difíciles de modo que podamos estar cercanos para proporcionar pautas que ayuden en la superación y afrontamiento de las pérdidas.
  • Paciencia: en definitiva podríamos decir que sea cual sea nuestra edad, al hablar de la vejez estamos hablando de nosotros mismos, de lo que somos o de lo que seremos...si el tiempo no lo remedia.

Tomar conciencia de esto ha de ser el punto de partida para poder comprender el fenómeno del envejecimiento y sus consecuencias en los distintos niveles.

Autor: Cristina Muñoz Alustiza